Estas son las figuras en la categoría de Expertos que destacaron en la década de los noventa y que integraron la dinastía KR1, en orden alfabético: David García, Gerardo Pombo, Gabriel Leyva, Gustavo Leyva —quien fungía como promotor y corredor sin afectar los intereses de nadie— Juan Carlos García, Jesús Rodríguez, Luis Bobadilla, Pablo Escalante, Rodolfo de la Peña y Román Frías.
Hoy recordaremos una categoría en particular, la cual dejó una huella indeleble en el motociclismo mexicano: la categoría increíble monomarca Kawasaki KR1, dos tiempos, stock. Esta última palabra fue la que multiplicó las participaciones ampliamente, ya que permitió a un gran número de aficionados de las carreras de motocicletas participar en igualdad de condiciones, a tal grado que de inmediato se formaron dos categorías: Expertos y Novatos, que ampliaron la imagen al Superbike México, lo cual provocó que se volviera preestelar.
Lo anterior se logró con el apoyo inicial de tres personas: Eduardo Czaplewski, Gustavo Leyva (de Suzuka Motors) y Faustino Rodríguez (de Superbike). Fue un acierto mantenerla por casi media década como stock, ya que permitía que cualquier entusiasta por la velocidad sobre las jacas de acero participara en igualdad de circunstancias. Gracias a las novedades mecánicas modernas de fábrica, las Kawasaki KR1 otorgaban gran aceleración y una velocidad tope muy estable respecto a los estándares de aquel momento, y quizá fue la última edición en serie de motocicletas dos tiempos.
Pese al éxito y competitividad que desencadenó esta categoría, el encanto solo duró cinco o seis años, ya que en un cambio de autoridades de la Federación Mexicana de Motociclismo (FMM), el comisionado entrante de aquellos años abrió la libertad de modificar las motos, lo cual terminó con la magia de los grupos compactos de hasta diez participantes, y con la consecuente emoción que esto brindaba a los espectadores.
Pese al éxito y competitividad que desencadenó esta categoría, el encanto solo duró cinco o seis años, ya que en un cambio de autoridades de la Federación Mexicana de Motociclismo (FMM), el comisionado entrante de aquellos años abrió la libertad de modificar las motos, lo cual terminó con la magia de los grupos compactos de hasta diez participantes, y con la consecuente emoción que esto brindaba a los espectadores.