Nacido en Escocia en mayo de 1948, y desde hace más de 30 años nacionalizado mexicano junto con su esposa Elayne, su vida ha sido plena entre motos, amistades y recuerdos. Hace 20 años, cuando se formó el Club de Motos Antiguas, el fundador, Alejandro “Tito” Gilardi dijo algo que es un principio de los motociclistas: “si tiene dos ruedas y un motor, es una moto; y si andas arriba de ella eres un motociclista”. Este sentido de unión sólo existe entre los motociclistas. Saludas cuando vas por carretera, ayudas a cualquiera y convives con todos los que te encuentras. Es un código de caballerosidad.

Su vida con las motos comenzó de una manera muy normal. A los nueve años recuerda que arrancaba la moto Sunbeam S7 de su padre sobre el soporte central, imaginando que la conducía, cambiando de velocidades y aumentando las revoluciones. Pues sí, un día la rueda trasera hizo contacto con el piso y salió proyectado 10 metros contra la jaula de las gallinas. Solía divertirse armando motos con la chatarra del deshuesadero, y así creció la pasión por las motos. Finalmente llegó la edad de obtener una licencia provisional a los 16 años y salir a la calle, primero en una Zundapp 200, y luego con su primera moto nueva, una Triumph Tiger Cub. Después de pasar la prueba de manejo, se graduó a una Triumph Bonneville. A David le tocó vivir el principio de los sesenta, la gran era del rock and roll y de la cultura de las motos cafe racer, con las que corría entre los cafés de los transportistas por toda la ciudad. Lo máximo de la época fue el Ace Cafe, cerca del cual vivía, y que le dio la oportunidad de ser parte de la locura de vez en cuando.   Un joven con una moto potente representa un coctel formidable, y dicen que el que no se ha caído, no es motociclista. Pues la primera caída de David fue muy fuerte y lo mandó al hospital por seis meses, tiempo en el cual recapacitó, y decidió volver a tener motos. Ya casado, adquirió una Honda Goldwing, pero los recuerdos de su juventud en los sesenta lo instigaron a comprar motos de los 60’s, como la Norton Commando que aún conserva. Considera que rodar en una moto clásica inglesa en las curvas es más divertido y relativamente menos riesgoso que en motos más grandes y pesadas.

A partir de los ochenta comenzó a acudir a las carreras de la Isla del Hombre, donde nació su esposa Elayne y su cuńado, piloto triunfador en esas carreras. David ha regresado a la Isla cada ańo, primero como espectador, después ayudando en los pits, y finalmente como oficial de pista, o Marshall, en las carreras TT, Southern 100 y en la Manx Grand Prix de motos clásicas, todas en la Isla de Mann. A lo largo de la vida ha tenido motos japonesas, inglesas, italianas y alemanas, pasando por Hondas, Ducatis, Aprilias y BMW’s, entre muchas otras. En la actualidad, su cochera está equipada con motos de diversas configuraciones, aunque su preferencia radica en la conducción de motos bicilíndricas. En especial le guarda un cariño a su Dresda Triton (motor Triumph con cuadro Norton Featherbed), diseñada y construida por Dave Degens, dos veces campeón de la carrera de 24 hrs Bol D’Or en España.

A partir de los ochenta comenzó a acudir a las carreras de la Isla del Hombre, donde nació su esposa Elayne y su cuńado, piloto triunfador en esas carreras. David ha regresado a la Isla cada ańo, primero como espectador, después ayudando en los pits, y finalmente como oficial de pista, o Marshall, en las carreras TT, Southern 100 y en la Manx Grand Prix de motos clásicas, todas en la Isla de Mann. A lo largo de la vida ha tenido motos japonesas, inglesas, italianas y alemanas, pasando por Hondas, Ducatis, Aprilias y BMW’s, entre muchas otras. En la actualidad, su cochera está equipada con motos de diversas configuraciones, aunque su preferencia radica en la conducción de motos bicilíndricas. En especial le guarda un cariño a su Dresda Triton (motor Triumph con cuadro Norton Featherbed), diseñada y construida por Dave Degens, dos veces campeón de la carrera de 24 hrs Bol D’Or en España.