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Uruguay en dos ruedas: playas, historia y sabores sobre el asfalto

Uruguay en dos ruedas: playas, historia y sabores sobre el asfalto
Viajar en moto por Uruguay es dejarse llevar por la brisa del Atlántico, por el aroma de un asado que se enciende en cada esquina y por caminos que invitan a perderse. En tan solo una semana, es posible recorrer costa, campo y ciudades coloniales, disfrutando de cada kilómetro como una experiencia inolvidable.
El viaje arranca en Montevideo, la capital que marca el ritmo del país. La Rambla, con más de 20 kilómetros junto al Río de la Plata, es el primer tramo donde los motociclistas sienten la libertad de rodar con el mar como compañero. La Ciudad Vieja, el Teatro Solís y el Mercado del Puerto son paradas obligadas antes de saborear el clásico asado uruguayo, con cortes jugosos que se acompañan con un buen vino tannat.
Desde aquí, el motor apunta hacia el este por la Ruta Interbalnearia (IB), un asfalto que bordea el mar y conduce hasta Punta del Este. Son 140 kilómetros que se recorren en poco más de dos horas, con tiempo para detenerse en Atlántida o Piriápolis, pequeños tesoros costeros. Punta del Este recibe con su icónica escultura de La Mano y sus playas interminables. En el bohemio pueblo de José Ignacio, la pausa se disfruta con mariscos frescos y la tradicional corvina a la parrilla frente al Atlántico.
La aventura sigue por la Ruta 10 hacia Cabo Polonio, un trayecto de 230 kilómetros que toma unas 4 horas. El camino se adorna con paradas en balnearios como La Paloma y La Pedrera, donde la vida transcurre al ritmo del surf y la tranquilidad. Cabo Polonio es otro mundo: dunas gigantes, lobos marinos descansando en las rocas y un faro que vigila desde lo alto. Aquí la mesa se llena de sabores marinos, desde empanadas de camarón hasta pescado fresco, acompañados por el inseparable mate con bizcochos.
Del mar se pasa al corazón del país. La Ruta 9 y la Ruta 3 te llevan hacia el interior, en un recorrido de 400 kilómetros que se disfruta en dos días. Los pueblos como Durazno o San José son la esencia de Uruguay rural, con carreteras tranquilas, paisajes verdes y la calidez de la gente. Aquí se saborea el icónico chivito uruguayo, un sándwich tan abundante como sabroso, acompañado de papas fritas y cervezas artesanales locales.
La ruta llega a su punto histórico en Colonia del Sacramento, a solo 100 kilómetros desde San José. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Colonia invita a dejar la moto estacionada y recorrer sus calles empedradas, casas coloniales y murallas antiguas. Es el lugar donde el tiempo parece haberse detenido, perfecto para rodar sin prisa. La gastronomía aquí tiene raíces españolas y portuguesas: guisos, tapas y como cierre el clásico dulce de leche uruguayo.
El regreso a Montevideo se hace por la Ruta 1, en un tramo de 177 kilómetros que se cubre en unas 2.5 horas. La carretera es rápida y segura, ideal para disfrutar los últimos kilómetros con calma. El cierre perfecto del viaje es un almuerzo en el Mercado del Puerto, donde el asado y el mate ponen el broche final a una ruta inolvidable.
En total, son cerca de 1,200 kilómetros en 7 días que resumen la esencia de Uruguay, carreteras pensadas para rodar sin prisa, una hospitalidad que hace sentir en casa y una gastronomía que cambia a cada tramo. Un destino ideal para motociclistas que buscan aventura, cultura y sabor sobre dos ruedas.

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