Comúnmente las condiciones climatológicas dificultan nuestra marcha en moto. Rodar en invierno no es algo que deba tomarse a la ligera, ya que se dan una serie de circunstancias únicas, que afectan en todo momento, tanto a la conducción, como a la moto. En invierno nos enfrentamos no solo a temperaturas bajas, sino a fuertes vientos, lluvias, nieve, incluso hielo, y ello puede provocar falta de adherencia, averías, y múltiples riesgos potenciales.
Para ello, vamos a exponer una serie de consejos útiles para nuestra moto que siempre vienen bien, y aunque algunos los conozcamos o sean de sentido común, a veces los olvidamos.
1. Presión de los neumáticos: alta
En invierno las temperaturas bajan mucho, dificultando así que los neumáticos calienten y alcancen su temperatura de trabajo. De este modo, y a diferencia de en verano, debemos llevar las presiones más altas de lo normal, eso es a las máximas que nos permita hinchar el fabricante, para facilitar el calentamiento del neumático. El neumático alcanza más temperatura cuanta más presión tiene, y cuanto más aire, más presión. Si tenemos nuestras ruedas a poca presión, el neumático tardará mucho en coger temperatura incluso podría no alcanzar su temperatura de funcionamiento, por lo que recomendamos inflar las ruedas dos o tres décimas más de lo normal.
2. Neumáticos de invierno.
Los neumáticos de invierno es una solución ideal, pero no siempre es una solución posible, ya que estos se fabrican únicamente en medidas para motos trail. En caso de disponer de este tipo de neumáticos para la medida de nuestra llanta, es sin duda una solución muy acertada. Los neumáticos de invierno están pensados para trabajar a temperaturas inferiores a 7 grados sin endurecerse ni agrietarse, manteniendo las propiedades elásticas del caucho.
3. Lleva siempre un paquete de bridas contigo.
A veces salimos de casa con un sol espléndido y una temperatura casi de primavera, pero a mitad de nuestra ruta o viaje, cambia todo radicalmente. ¿Cuántas veces nos habrá pasado esto? más de una seguro. Es por ello que llevar un pequeño paquete de bridas, nos puede salvar de más de una ocasión a modo de “cadenas” de emergencia. Basta con ir poniéndolas en sucesión a lo largo del neumático. Quizá no aporta mucho, pero en caso de llevar un neumático muy deportivo o bastante liso, si notaremos una ayuda extra en condiciones de nieve o hielo.
4. Pastillas de freno para calle.
Este es un consejo bastante obvio, y básicamente viene a decir que equipemos nuestras motos con pastillas de freno para uso por vía pública, o de compuesto para mordiente a bajas temperaturas. Esto es, quitar las pastillas de freno deportivas o de circuito, que seguramente sea las que utilicemos en verano para mejorar nuestra frenada, y montar unas pastillas de freno que no precisen de tanta temperatura para ofrecer su máxima mordiente.
6. Aceite de horquillas ó ajuste de hidráulico de la suspensión delantera.
Otro aspecto que tendemos a olvidar: el aceite de horquillas. Este se ralentiza cuando está frío, incluso puede volverse más denso y empeorar el funcionamiento de la suspensión, provocando un exceso de trabajo al neumático delantero. Para ello, un pequeño truco es abrir un par de “clicks” el ajuste de hidráulico de nuestra moto en invierno. De este modo, contrarrestamos un poco el comportamiento ralentizado de la suspensión debido las bajas temperaturas. En caso de no disponer de ajuste de hidráulico, siempre podemos hacerle un cambio de aceite por uno menos denso.
7. Lavar la moto con mucha más frecuencia.
Este último punto, y no por ello menos importante, recordamos lo importante que es lavar la moto en invierno, incluso con más frecuencia que en verano. Debido las bajas temperaturas, la mayoría de carreteras suelen estar cubiertas de sal, sal que se adhiere a nuestra moto, y que solo podremos eliminar con lavados frecuentes. La sal es muy perjudicial para la pintura y partes metálicas no tratadas, ya que es muy corrosiva, amén de cables y contactos eléctricos, a los que ataca por igual.