La moto fue diseñada, desarrollada y fabricada por él mismo. Para propulsarse no utiliza ni queroseno ni gasolina, sino una reacción que transforma el peróxido de hidrógeno en vapor de agua, lo que produce una aceleración tan rápida y efectiva como la de un cohete. Para detener el vehículo debe agotar por completo su depósito antes de accionar los frenos, por lo que cada vez que hace una lanzada tiene que calcular muy bien la cantidad de combustible que va a utilizar así como los metros de los que dispone para detenerse.
El domingo pasado entró nuevamente en el libro de los récords de las carreras de aceleración, al lograr una velocidad máxima de 290 mph (unos 467 km/h) en 4,976 segundos.