Desde el Cristo Redentor se alcanza a ver una ciudad que va más allá del futbol y las fiestas carnavalescas. Río de Janeiro se ha convertido en un destino de popularidad ascendente por toda la gama de atracciones y sabores que de ahí emanan. Es la segunda ciudad más poblada de Brasil y es también uno de los principales centros económicos, culturales y financieros.
Claro que el carnaval y el futbol son los dos dignos representantes de esta ciudad en todo el mundo, y vale la pena degustarlos en su tierra aún cuando sean espectáculos algo caros. Sin embargo, en este artículo te daremos otras opciones más asequibles y te proponemos hermosos lugares para visitar, como el estadio Maracaná, el parque Nacional de Tijuca y la isla de Paquetá, entre otros.
Rueda en el tiempo al visitar Ouro Preto: calles angostas y empinadas tal y como lucían en sus inicios. Este pueblo tiene 23 iglesias enclavadas en sus alrededores, pero ninguna más bella que la Igreja de Nossa Senhora do Pilar, decorada con 900 kilos de oro y plata que adornan su interior.
Visita el Museo Imperial, antes el palacio de verano de Pedro II. Este atractivo lugar es el escape de fin de semana para los cariocas. Aquí podrás disfrutar, además de una buena dosis de aire fresco, de una rica cerveza proveniente de una de las primeras cervecerías del país, La Bohemia, mientras conoces más sobre la historia alemana de la región.
Desentúmete en la playa de Copacabana, presumida por los brasileños como “insuperable” por el entorno pintoresco que la rodea.
Si buscas algo de vida nocturna, Florianopolis no le pide nada a Ibiza, donde encontrarás buena música, gente guapa y grandes momentos que durarán hasta el amanecer.
No olvides consentir tu paladar con algunos platillos de la región, desde lo dulce —con el acai, delicisoso batido de bayas acompañado de cereales, granola y plátano—, lo salado —croqueta de ternera o la feijoada— y lo exótico —como la voraz piraña.
Por último, pero no menos importante, las asombrosas cataratas de Iguazú, manifestación de la belleza de la madre naturaleza, se imponen ante tus ojos con coloridos arcoíris que se pintan entre el vapor que desprende el azote del agua. Una obra natural con 2.6 kilómetros de ancho y 81 metros de alto.
