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Portugal, el lugar donde la aventura nunca termina

Portugal, el lugar donde la aventura nunca termina
Rodar por Portugal en moto es sentir la brisa del Atlántico, escuchar el eco de un fado en alguna taberna y recorrer carreteras que invitan a perderse. En una semana, es posible viajar desde las playas del sur hasta los pueblos medievales del norte, disfrutando de cada kilómetro con paisajes que cambian a cada tramo.
El recorrido comienza en Lisboa, una capital vibrante donde la modernidad se mezcla con su pasado marítimo. Pasear en moto por la Avenida da Liberdade o recorrer las colinas que llevan al barrio de Alfama es una experiencia única. Entre paradas, la gastronomía se hace presente con el clásico bacalhau à Brás, acompañado de un vino verde fresco.
Desde Lisboa, dirígete hacia el sur por la autopista A2 hasta el Algarve, un recorrido de 280 kilómetros que toma alrededor de 3 horas y media. El camino conduce a playas icónicas como Lagos, Albufeira o Faro, donde los acantilados dorados y el mar turquesa se convierten en espectáculo constante. Lagos sorprende con su Ponta da Piedade, un conjunto de formaciones rocosas que parecen esculpidas por el viento y el mar.
Aquí, la pausa gastronómica se disfruta con sardinas asadas o cataplana de mariscos, un guiso típico que encierra el sabor del Atlántico en cada bocado.
La ruta A2 y la A13 llevan hasta Évora, ciudad Patrimonio de la Humanidad, en un trayecto de 220 kilómetros que se cubre en poco más de 3 horas. Sus murallas medievales y la famosa Capela dos Ossos convierten la visita en una experiencia inolvidable, donde la historia se respira en cada calle empedrada. En esta región, la cocina alentejana conquista con migas, carne de cerdo con almejas y quesos artesanales.
Más al norte, la carretera se abre paso hasta Oporto en un recorrido de 370 kilómetros que atraviesa viñedos y paisajes montañosos. La ciudad recibe con su icónico Puente de Don Luis I y las bodegas de vino, mientras la moto descansa y el paladar se rinde a la francesinha, un sándwich local cargado de sabor.
El viaje culmina en la región del Duero, a solo 120 kilómetros de Oporto, donde las carreteras zigzaguean entre montañas y viñedos en terrazas. Es un tramo ideal para motociclistas que disfrutan de curvas, miradores y paisajes de postal. La mesa aquí se llena de vino de Oporto, embutidos, panes rústicos y postres tradicionales como el pastel de nata.
La ruta de regreso a Lisboa por la A1 suma 310 kilómetros que se recorren en unas 3 horas y media. El cierre perfecto es perderse una vez más en las calles de la capital, despidiéndose con un café fuerte y un último pastel de Belém.
En total, son cerca de 1,300 kilómetros en 7 días, con carreteras que alternan mar, montaña y ciudad; una gastronomía que sorprende en cada región; y la hospitalidad de un pueblo que recibe con calidez al viajero sobre dos ruedas. Portugal, sin duda, es un destino que combina aventura, cultura y sabor en cada kilómetro.

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