Marc Márquez no es solo un piloto de motociclismo: es sinónimo de lucha, pasión y resiliencia. Nacido el 17 de febrero de 1993 en Cervera, un pequeño pueblo de Cataluña, Marc creció con el rugido de los motores en el corazón y una moto entre sus sueños. Desde niño dejó claro que su destino estaba sobre dos ruedas, y no tardó en dejar huella.

A los 15 años debutó en el Mundial, y en solo dos temporadas se convirtió en campeón del mundo de 125cc. Luego, conquistó Moto2 en 2012, y al año siguiente logró lo que parecía imposible: ganar el Mundial de MotoGP en su primera temporada, siendo el más joven en lograrlo. Pero su historia no se mide solo en títulos, sino en el carácter con el que los consiguió.

Con seis coronas de MotoGP entre 2013 y 2019, su talento revolucionó la categoría reina. Su estilo valiente, casi temerario, lo convirtió en una figura admirada por millones. Sin embargo, la verdadera prueba llegó en 2020, cuando una dura lesión en el brazo amenazó con apartarlo del deporte que amaba. Muchos habrían bajado los brazos. Él no.

Tras múltiples operaciones, dolor y dudas, volvió a la pista con la misma sonrisa y determinación que lo han definido desde niño. En 2024, decidió cerrar un ciclo con Honda y buscar nuevos horizontes en Gresini Racing, donde comparte equipo con su hermano Álex. Más que un cambio de moto, fue una renovación de espíritu.

Con ocho títulos mundiales a sus espaldas y una carrera llena de gloria, Marc Márquez sigue escribiendo su historia. Una historia que va más allá de las estadísticas: es la de un niño que soñó con ser campeón y nunca dejó de creer.

Ahora, sobre una Ducati, ha vuelto a deslumbrar al mundo. Está más cerca que nunca de conquistar su noveno título mundial, y ni siquiera los más cercanos a él esperaban un regreso tan dominante, tan parecido al Márquez imparable que una vez reinó con la Honda. Su talento, lejos de apagarse, ha resurgido con más fuerza.