Ha pasado un poco más de medio siglo desde que el empresario alemán Hans Henle descubriera en Estados Unidos el aditivo disulfuro de molibdeno (MoS2) o molibdeno líquido, que dio el nombre a lo que hoy conocemos como Liqui Moly, una marca de reconocida tecnología alemana que con el paso de los años se ha transformado en una compañía presente en casi 90 países y con más de 500 productos diferentes.
Los inicios de esta marca se remontan a los años 50, cuando en la ciudad alemana de Ulm, cercana a las fábricas de Mercedes Benz, Porsche, Audi y BMW, comenzó a distribuirse el primer aditivo para aceites de automóviles, denominado KFZ1, y que actualmente conocemos como oil-additiy. Luego se incorporarían una serie de artículos distintos que mantendrían como componente base el disulfuro de molibdeno.
Más tarde, Liqui Moly debutaría en el mercado alemán con el desarrollo de aditivos para combustibles y los primeros aceites para motor elaborados en cuatro grados de viscosidad y con la protección antidesgaste con base en el disulfuro de molibdeno.
El abanico de productos Liqui Moly se completa con numerosos productos destinados al servicio técnico, mantenimiento y cuidado de vehículos, motocicletas, embarcaciones, bicicletas y maquinaria de jardinería. Además también encontramos un surtido de artículos para pegado de cristales, protección contra la corrosión y sellado de costuras por pulverización, productos que cuentan con las herramientas, los equipos y los medios necesarios para su aplicación.
A la fecha, Liqui Moly tiene su casa matriz en la localidad de Ulm-Lehr, al oeste de Alemania, y está encabezada por su actual propietario, Ernst Prost.
Su misión es continuar expandiendo su negocio de exportación, avalado por los más altos estándares de calidad en su producción y por una sólida campaña publicitaria desarrollada a través de todos estos años en la industria automotriz.