Cuando pensamos en Japón, lo primero que suele venirnos a la mente son sus increíbles avances tecnológicos, sus motos y coches de ingeniería refinada, o su inigualable cocina, con un buen plato de sushi. Quizás seas fan de relojes Casio, Citizen o Seiko. Pero, si somos honestos, casi nadie asocia Japón con un ejército activo.

Tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, Japón sufrió una transformación profunda. Estados Unidos impuso una nueva constitución, el emperador perdió su estatus divino y el país prácticamente abolió sus fuerzas militares. Sin embargo, lo que existe hoy es la Fuerza Terrestre de Autodefensa de Japón, y dentro de ella, la Compañía de Reconocimiento del 12º Batallón de Combate emplea una moto muy especial: la Kawasaki KLX 250.

Esta moto trail, ligera y versátil, ha sido adaptada para uso militar. Cada unidad puede cargar con hasta 60 kg de equipo, incluyendo radios, alimentos, agua, armas (como un fusil de 16 kg) y material para misiones de largo alcance y supervivencia. Aunque lo estándar son 30 kg, las condiciones de patrullaje pueden exigir el doble.

Los soldados asignados a estas motos no solo deben dominar la conducción por terrenos difíciles, ya sea asfalto, barro, nieve o el húmedo y sofocante verano nipón, sino también tener habilidades de mantenimiento como arreglar un pinchazo o solucionar fallos mecánicos sobre la marcha. Cada motociclista es responsable de su unidad y suele operar de forma independiente o en pareja, a menudo en avanzada, por lo que la iniciativa y la toma de decisiones son fundamentales.

Estas motos representan una herramienta táctica eficaz y flexible. Pero, más allá de su desempeño, simbolizan la compleja relación que Japón mantiene con el concepto de defensa. La esperanza, por supuesto, es que las KLX 250 sigan siendo únicamente vehículos de entrenamiento y patrullaje, y no tengan que enfrentarse a un conflicto real.