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Cultura custom con conciencia: una Harley a base de aceite reciclado emprende su travesía

Cultura custom con conciencia: una Harley a base de aceite reciclado emprende su travesía

Una Harley que desafía la tradición
No emite el rugido clásico de Milwaukee ni desprende el olor a gasolina que caracteriza a las grandes rutas americanas. Esta Harley-Davidson tiene un sonido más tosco, casi agrícola, y su aroma recuerda al de una freidora. Es la obra de Alex Jennison, estudiante de ingeniería en la Universidad de Columbia Británica (UBC), quien decidió convertir una motocicleta de espíritu rebelde en un vehículo ecológico impulsado por aceite vegetal usado.

Jennison pasó más de un año dando forma a su proyecto, una “Harley verde” que busca demostrar que los combustibles sostenibles son una alternativa real a la electrificación. Su objetivo no es comercial ni estético: es un experimento en movimiento, una declaración técnica y ética sobre el futuro energético.

Un viaje por la conciencia energética
Para dar a conocer su iniciativa, el joven emprenderá una travesía de casi 2.000 kilómetros, desde Vancouver hasta Los Ángeles, deteniéndose en universidades como Stanford y Berkeley para compartir su experiencia y promover el uso del biodiésel. “No quiero vender nada, quiero demostrar que existen opciones limpias y posibles hoy mismo”, asegura Jennison, quien ve su motocicleta como una embajadora de la transición sostenible.

Su pasión por la energía responsable nació en la adolescencia, cuando construía monopatines eléctricos y descubrió que las baterías que los impulsaban provenían de la explotación minera de cobalto en el Congo. Consciente del costo humano y ambiental de esa industria, decidió investigar fuentes menos conflictivas.

El biodiésel como puente hacia el cambio
La propuesta de Jennison se centra en el biodiésel obtenido de aceites usados, capaz de reducir las emisiones de CO₂ hasta en un 74% sin necesidad de rediseñar vehículos existentes. Su visión es simple y poderosa: imagina un futuro donde las flotas universitarias funcionen con combustible proveniente de sus propias cafeterías.

El corazón mecánico de su motocicleta es un motor Kubota diésel de 34 caballos y 1.600 cc, donado por la compañía japonesa. Lo instaló en un chasis Harley-Davidson de 1999, el último modelo que permite separar motor y transmisión, lo que facilitó el complejo proceso de adaptación. “Me quedaron cicatrices de las soldaduras, pero valió la pena”, comenta con orgullo.

De un taller universitario a las carreteras de América
El proyecto nació en los laboratorios de la UBC, donde un equipo interdisciplinario trabajó para desarrollar un biodiésel resistente a bajas temperaturas, pensado inicialmente para la flota de 400 vehículos de la universidad. La moto es la vitrina rodante de esa tecnología: un símbolo cultural de cómo la tradición puede transformarse sin perder su esencia.

Con apoyo de la universidad y de Kubota, Jennison ha iniciado una campaña de financiamiento colectivo para cubrir los gastos del viaje y documentar cada etapa. Su propósito es inspirar a más jóvenes ingenieros a mirar la innovación desde la ética y la responsabilidad ambiental.

En un mundo donde las motocicletas suelen representar libertad, velocidad y ruido, esta Harley de aroma a papas fritas propone algo distinto: una revolución silenciosa, impulsada por conciencia y aceite reciclado.

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