Aquellas acróbatas en motocicleta llamaban la atención sobremanera, tanto por sus habilidades como por sus atributos físicos. Pero en contra de los que pudiéramos pensar hoy en día, aquellas mujeres no eran particularmente bien vistas en sus tiempos. La reputación de una mujer estaba por encima de cualquier otra consideración y hasta el oficio de actriz podía considerarse una losa en ciertos círculos sociales.
Pero la presión social no evitó que apareciera pioneras que no solo desafiaban a la muerte, sino también a las normas establecidas por la sociedad. Margaret Gas también conocida como “La pequeña holandesa” no le tenía ningún miedo a los motódromos o Muros de la Muerte. Una pista de madera circular con paredes verticales sobre la que hay que circular a gran velocidad para desafiar a la gravedad con la fuerza centrífuga de nuestra parte.
En los años 20 apareció otra chispa en el firmamento, Lilian La France era “La chica que coquetea con la muerte” en otro espectáculo de moto. Allí no dudaba en arriesgar su vida porque afirmaba que desde niña le inundó un espíritu viajero y aventurero.
Hay que volar hasta 1949 para encontrarnos con “La señorita Cookie: la reina de los temerarios”, que hacía acrobacias dando vueltas en un motódromo.