Durante un rodaje en Alemania, una compañera de trabajo le enseñó a manejar una vieja Kawasaki Enduro. Aquella primera experiencia, más que una simple curiosidad, encendió una pasión que nunca se apagó. Desde entonces, Keanu ha recorrido incontables carreteras, explorando rutas por Estados Unidos, América Latina y Europa, siempre buscando esa sensación de calma y enfoque que solo le da el viaje sobre dos ruedas.
Con los años, su amor por las motocicletas evolucionó hacia algo más grande: en 2011 fundó ARCH Motorcycle Company, junto al diseñador Gard Hollinger. Esta empresa fabrica motos de lujo hechas a mano, diseñadas para ofrecer un equilibrio entre potencia, arte y precisión mecánica. Cada modelo se adapta al cuerpo y estilo de conducción del dueño, reflejando la filosofía de Reeves: la moto como una experiencia personal, casi espiritual.
A diferencia de muchas celebridades, Keanu no colecciona motos solo por exhibirlas. Las vive. Su garaje guarda una mezcla de Norton clásicas, Ducatis deportivas y otras personalizadas, todas marcadas por kilómetros de historia. A menudo viaja solo, sin alardes, disfrutando el anonimato que le permite el casco y el rugido del motor.
Para Keanu Reeves, el motociclismo no es un pasatiempo: es una forma de vida. En cada ruta encuentra la misma energía que busca en sus películas libertad, intensidad y conexión con el momento presente, pero sin cámaras, sin guiones, solo él y el camino.




