Técnicamente se llamó R69S, pero todos la conocían como la Zopilota. Causó sensación su aparición y era motivo de gran satisfacción poseerla y disfrutar su fácil, ágil y deportivo manejo.
El sobrenombre se debe al color de la moto, que era negra, y el tanque de gasolina y las salpicaderas lucían filos en blanco.
La R69 se diferenciaba de cualquiera de sus hermanas por un nuevo chasis con una suspensión trasera de rueda oscilante, con un basculante y una pareja de amortiguadores hidráulicos, por lo que ambas ruedas parecían funcionar de la misma manera. La verdad es que la R69 y sus derivadas, que estuvieron a la venta por varios años, se convirtieron en todo un éxito, especialmente la versión pequeña, de 500 cc. Una R69 ofrecía unos 35 CV y alcanzaba aproximadamente 165 km/h, que era una velocidad bastante elevada para entonces, pero BMW decidió ofrecer una moto aún más deportiva sobre esta base y creó las versiones «S» de la R50 de 500 cc y de la R69 de 600 cc.
Los rines eran de cromo muy fino, con rayos y masas centrales para alojar balatas y sistema de frenos. Su aspecto peculiar y la disposición de sus manubrios, faro y motor también le propiciaron el apodo.
Aproximadamente seis meses antes de su aparición se difundió la noticia de que llegaría esta fabulosa máquina. Por lo mismo la lista de espera era larga, pues su importación de Alemania era limitada, y el número de máquinas que llegaba para su venta a México era muy inferior al número de las solicitudes de compra.
Eran motos destinadas a la exportación, especialmente la R69S, creadas en una época de grandes ventas, previa a la gran crisis del sector y a la del petróleo, y con ella, BMW ponía en su catálogo un modelo de prestaciones similares a las de los mejores modelos de la competencia.