Desde su nacimiento, el 30 de abril de 1909, Theresa Wallach estuvo relacionada con el mundo de las motocicletas. Tan solo a unos metros de su hogar maternal, en Londres, había por lo menos tres fábricas de estos vehículos, por lo que desde muy joven aprendió a montar el “concer de dos ruedas”. Con el paso de los años se hizo una habilidosa piloto y además aprendió lo básico de la mecánica de estos artefactos.
En varias ocasiones intentó unirse al Club de Motociclistas de la Ciudad de Londres, pero fue rechazada por ser mujer. Ni su Estrella de Oro del ciclo británico de carreras, ni las múltiples victorias en el circuito de Brooklands fueron argumentos suficientes para que la aceptaran en dicho club. En esa época una mujer en moto era vista con desdén, por eso sus padres ocultaban los reconocimientos y trofeos ganados por Theresa.
A pesar del estigma social y el machismo imperante de la época, en 1928 Wallach ganó una beca para estudiar ingeniería en la Universidad de Londres, lo cual le permitiría afinar sus conocimientos en la mecánica de motocicletas. Unos años después, cuando se encontraba charlando con su amiga Florence Blenkiron, se les ocurrió una idea que sería el parteaguas de sus vidas y que revolucionaría el mundo de las dos ruedas: decidieron emprender una travesía hacia el continente africano. Corría el año de 1934 cuando el par de intrépidas damas tomaron una Panther 600 cc y un viejo remolque para partir de Londres con destino a Ciudad del Cabo.
Recorrer un continente desconocido con un vehículo de dos ruedes y un cilindro no era para nada una idea fácil, y menos todavía cuando las protagonistas eran dos mujeres. Pero esto no les importó a Wallach y Blenkiron y recorrieron zonas de guerra como Argelia y el Congo; selvas llenas de animales silvestres e insectos peligrosos —como la mosca tsé-tsé—; cuando sufrieron inclemencias del clima extremo que impera en el desierto del Sahara, con un calor infernal por el día y un frío intenso por la noche… Para colmo, en Tanzania tuvieron un choque con uno de los pocos automóviles que existían en aquel país. Pero a pesar de todas estas vicisitudes, tras 12 000 kilómetros de recorrido, el 1 de julio de 1935 el dúo de aventureras llegó a Ciudad del Cabo.
Años después de que regresaran a Londres Theresa Wallanch buscó sin éxito a Florence, su compañera de viaje, para que escribieran “a cuatro manos” un libro acerca de su aventura. Así que Theresa tuvo que redactar sola La resistente carrera. No existe información acerca de que Florence haya seguido practicando el motociclismo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Theresa fue voluntaria como mecánica y mensajera en moto, y al final del conflicto se mudó a Chicago, se compró una Norton y recorrió los Estados Unidos. Posteriormente adquirió una concesionaria de motocicletas y ahí mismo fundó la Asociación de Mujeres Motociclistas; también fue la vicepresidenta de la Asociación Internacional de Mujeres Motociclistas.
En 1970 escribe un segundo libro al que tituló Escuela fácil para pilotos de motocicleta, y en 1973 se muda a Phonix, donde abre una escuela de manejo para motociclistas.
Theresa partiría de este mundo en el mismo día y en el mismo mes en el que nació, un 30 de abril, pero de 1999,justo al cumplir 90 años. Curiosamente, también llegó a este mundo en un 30 de abril. Florence había muerto ocho años atrás, en 1991, a la edad de 81 años. Ambas aventureras ingresaron al Salón de la Fama de la Motocicleta en 2003.