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Pueblo mágico, Valle de Bravo

Pueblo mágico, Valle de Bravo
Valle de Bravo es una pequeña ciudad situada en el sector centro-occidental del Estado de México, es un centro de relajación y de descanso de turistas de todo el mundo. Su nombre se debe al general Nicolás Bravo, quien fue el hombre de confianza de José María Morelos y presidente interino o sucesor en México en tres ocasiones. El clima que acompaña a Valle de Bravo es excelente casi todo el año, el sol calienta sus calles y se acompaña de una brisa fresca al estar cerca del lago y es ideal para disfrutar de un paseo en lancha o una caminata por sus calles, llenas de tiendas artesanales y restaurantes con cocina tradicional e internacional.
El Parque Velo de Novia es una hermosa reserva natural que alberga una cascada de 35 metros de altura. Si decides andar el sendero cuesta abajo, podrás llegar hasta su desembocadura en el lago de Valle de Bravo. Cuenta la leyenda que una bella mujer estaba por contraer nupcias, pero él nunca llegó al altar. En un acto de profundo dolor y vergüenza, ella se lanzó por el despeñadero de la cascada. Desde entonces, la localidad comenzó a llamarle Velo de Novia.
Entre los alimentos que se consumen a diario en el municipio se encuentran: pan, sopas, diversos guisados, frijoles, tortillas y chile. Además de estos platillos, se encuentra el tradicional mole de guajolote, la cabeza de cerdo y res en vapor, la trucha, la lobina, la barbacoa y el consomé de borrego, las carnitas de cerdo, los tamales y una gran variedad de atoles: de guayaba, de zarzamora y de alpiste. La cocina internacional y la esmerada elaboración de platillos de cierta complicación, hacen de algunos restaurantes de Valle de Bravo y de Avándaro lugares de gran interés gastronómico. Las bebidas más comunes y populares desde hace varias décadas han sido el pulque natural, la sambumbia zende y los licores de frutas de la región, como el de membrillo, el de zarzamora, el de guayaba, el de anís y el amargo. También se preparan aguas frescas de diferentes sabores contenidas en grandes ollas; los ates y las nieves de frutas del lugar son también muy elogiadas.
También se encuentra la tradicional cecina vallesana de res natural (sal y aceite) y la enchilada de cerdo, acompañadas de frijoles refritos con queso y crema de rancho, o el pan de torta, los tamales de frijol, de capulín o de charal, y las campechanas.

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