Lejos del bullicio continental, las Islas Malvinas son un destino que premia a quienes buscan lo esencial. Con su clima cambiante, su fauna abundante y sus caminos de ripio que cruzan paisajes indómitos, este territorio austral es perfecto para una aventura en moto.
El punto de partida es Puerto Argentino Stanley, la capital. Aquí puedes recorrer sus calles tranquilas, visitar el Museo Histórico y abastecerte para la ruta. La vista desde el monumento a los caídos ofrece una pausa de reflexión antes de comenzar el viaje.

Desde Stanley, toma la carretera hacia Gypsy Cove y Yorke Bay, rutas ideales para motos doble propósito. Los caminos de grava firme llevan a playas donde es común ver pingüinos magallánicos y gaviotines sobre las dunas.
La soledad del entorno se convierte en parte del encanto: aquí no hay tráfico, solo el viento y el sonido del mar. Detente a explorar los restos de la Segunda Guerra Mundial o simplemente contempla el Atlántico Sur en su estado más puro.

Sigue rumbo oeste hacia Goose Green, cruzando campos ondulados donde pastan ovejas y bandadas de aves cruzan el cielo. Este tramo es perfecto para riders con gusto por la conducción prolongada en caminos de ripio y paisajes abiertos.
En Goose Green, uno de los asentamientos más importantes fuera de la capital, puedes conocer sitios históricos del conflicto de 1982 y compartir un té con los pobladores, orgullosos de su tierra y hospitalarios con los visitantes.

Desde Goose Green, aventúrate hacia San Carlos, una pequeña localidad costera con vistas espectaculares. Aquí la historia se siente más viva que nunca: visita los memoriales, el pequeño museo y los campos que fueron escenario de batallas.
El entorno es sobrecogedor: colinas verdes, el mar al fondo y un silencio que invita a la contemplación. Esta parte del recorrido es ideal para quienes viajan sin prisa, saboreando cada curva y cada relato.

En tu regreso, toma una ruta alternativa hacia Darwin y luego hacia Estancia Fitzroy. Aquí, los caminos cruzan estepas y pasos suaves entre colinas. Ideal para los que disfrutan del riding en zonas remotas con poca intervención humana.
En esta parte de las islas, es común ver zorros, chorlitos y ocasionalmente delfines en las costas. Cierra el viaje regresando a Stanley con una sensación de haber explorado un rincón único del mundo.

Este viaje puede hacerse en cinco días, aunque lo ideal es tomarse una semana para disfrutar de cada parada. Las Islas Malvinas ofrecen un tipo de aventura distinta: íntima, reflexiva, con paisajes crudos y memorables.
Aquí no hay lujos ni grandes ciudades, pero sí una belleza intacta que recompensa a los motociclistas que se atreven a descubrirla.