La aventura comienza en San Juan, la capital de Terranova y una de las ciudades más antiguas de América del Norte. Desde su puerto y las calles onduladas del barrio de Jellybean Row, se siente el llamado del mar. Tomar la ruta Irish Loop hacia el sur es adentrarse en una travesía de 312 km que abraza la costa de la península de Avalon.
El camino zigzagea por Cape Spear el punto más oriental de América, y se interna en aldeas como Ferryland y Trepassey. Los acantilados se elevan, el mar rompe cerca de la carretera y la niebla a veces te envuelve como si el tiempo se suspendiera.
Desde St. John’s, si se busca lo más profundo de Terranova, hay que apuntar hacia el Parque Nacional Gros Morne. Son casi 700 kilómetros de ruta, cruzando la isla de este a oeste, por la Trans-Canada Highway (TCH-1), una pista de asfalto que atraviesa bosques de coníferas, lagos glaciares y montañas bajas.

Gros Morne es un lugar que corta la respiración: fiordos, acantilados y senderos que parecen dibujados por los vientos del norte. Aquí, lo ideal es cambiar el ritmo, desmontar, caminar, y luego volver a montar con el corazón, aun latiendo fuerte. Hay opciones para seguir rodando fuera del asfalto por caminos secundarios que se internan en el interior del parque, donde el terreno pone a prueba al piloto y a la máquina.
Para los motociclistas que buscan historia y soledad, la ruta hacia L’Anse aux Meadows, en el extremo norte de la isla, es un viaje a los orígenes. Este sitio arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, conserva vestigios del primer asentamiento vikingo en América, siglos antes de Colón.
Desde Gros Morne hasta allí hay unos 450 kilómetros, la mayoría por carreteras estrechas y poco transitadas. A medida que se avanza, los árboles desaparecen, el viento se intensifica y el paisaje se vuelve casi lunar. Rodar hasta aquí es una meditación: largas horas de moto entre tundras y marismas, pueblos silenciosos, y un destino que parece fuera del tiempo.

La mejor temporada para rodar en Terranova va de junio a septiembre. Las temperaturas son frescas, pero estables. El clima es cambiante y el viento, constante. Se recomienda equipo impermeable, térmico y protección contra el viento. La gasolina no siempre abunda en las rutas más remotas, por lo que se sugiere llevar bidones extra en tramos largos.
Las motos ideales para esta travesía son las trail, adventure o touring, aunque también puede hacerse en naked si se tiene resistencia. Para quienes desean caminos menos marcados, existen desvíos off-road que atraviesan bosques, viejas vías de tren reconvertidas en caminos y rutas que llegan hasta pueblos aislados donde aún se habla con acento irlandés.
Terranova no es un lugar turístico común. Aquí no hay espectáculos ni lujos. Lo que hay es horizonte, mar, viento y la sensación de que en cualquier curva podrías encontrarte a ti mismo. Es una isla que habla en susurros, que premia la paciencia y la resistencia, y que te deja irte con el casco lleno de recuerdos que no caben en una fotografía.