La motocicleta en esos años había dejado de ser un vehículo puramente funcional para convertirse en otro que además de aportar grandes dosis de entretenimiento y diversión, las motos de esa época enamoraban a primera vista deseando subirte en ellas y probarlas.
Y por mencionar algunas encontramos:
BMW R45
A finales de los años 70, BMW decide hacerse con un nuevo nicho de mercado, buscando un perfil de usuario joven y con un poder adquisitivo medio, lanzando al mercado la R45 (hermana pequeña de la R65) con un precio muy ajustado que llegaba a más de 2.000 euros.
La R45 con su motor bóxer de cilindros opuestos refrigerados por aire y de 473cc ofrecía una potencia de solo 35cv y 27cv para el mercado alemán con el fin de obtener beneficios fiscales.
La R45 tenía una calidad de fabricación por encima de sus rivales incluyendo transmisión por cardán, pero todo ello hacía que la moto sumara un total de 205 kg en vacío lo que suponía en la práctica una moto lenta en prestaciones y recuperaciones, con una velocidad punta rondando los 150 km/h.
BMW K100
Las motos con motor bóxer comenzaban a quedarse de lado respecto a la competencia asiática, por ello y para recuperar el terreno perdido en el mercado de las grandes cilindradas, la firma se puso a trabajar de inmediato en una moto completamente nueva, la K100. Dicho modelo se empezó a comercializar en 1983 en tres versiones, la básica, una con vocación deportiva y otra orientada al gran turismo. Era una moto muy funcional, cómoda y con buenos terminados y como sello de identidad destacaba su motor de cuatro cilindros en línea y el bloque motor paralelo al suelo.